La
crisis de agua en el mundo afecta tanto a los países ricos como a los países
más pobres o en vías de desarrollo.
Por efecto del cambio climático los
países más pobres se enfrentan a prolongadas sequías; en cambio, para los
países más ricos el problema pasa por el derroche o la contaminación. En ambos
casos, el resultado es el mismo: el agua se acaba.
Pero,
como sucede casi siempre, el impacto es mucho mayor en los países menos
desarrollados, ya que los países ricos no sólo desperdician sus propios
recursos sino que también utilizan el agua de los países en desarrollo.
A
partir de los procesos de globalización, muchas empresas que pertenecen a las
primeras potencias mundiales instalan sus plantas de producción en las zonas
más pobres del planeta, para conseguir bajar los costos con mano de obra
barata. Y, por supuesto, utilizan los recursos hídricos de ese país, ya de por
sí escasos.
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